Tus Ojos
Te he observado.
Tus ojos oscuros que brillaban y tu loco sentido del humor que me mataba pero que me dio vida tantas veces, el sentir tu piel tocando la mía, aunque sea por un segundo, por un instante, algo tan insignificante pero tan glorificado.
Agarrándome el hombro sin querer soltarme. Solo yo sé que no quería soltarte. Ese minuto que me pareció eterno, como esos sueños que parecen verdad, de los que no quieres despertar.
Ese abrazo infinito, que solo yo, tuve que parar.
Ese sentimiento de hogar que profesaba mí mente en ese único momento.
Ese beso.
Morir no tenía sentido habiendo alcanzado el cielo, aferrado a tu mano.
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