Luz en la Llanura

Todo cambia, se transforma, incluso mi amor por ti. Estamos en este mundo para brillar, ser alguien. Yo te escucho, solo dime lo que sientes. Lo que callas. Porque lo que yo siento por ti va más allá de lo racional, de lo intangible. Algo admisible solo para aquel que sabe escuchas. El que sabe dónde mirar. Es algo tan espiritual. Como ver el atardecer entre tus piernas. Algo casual. Como caminar a tu casa un día de lluvia. Mirar la luz pasar entre tus dedos. Decirte que te ame toda una vida. Incluso antes de conocerte, de tenerte. Que el amor va más allá de todo, de todos. Incluso. De nosotros.

El tiempo pasa corazón, y no podemos seguir viviendo de glorias pasadas. De amores inconclusos. De cigarrillos a medias. De balcones y estrellas. De sexo y alcohol. Tenemos que dejar el pasado atrás. Mirarnos más al espejo y volar cada vez que podemos. Cada vez que tenemos esa necesidad. El uno del otro.

Todos moriremos, ¿sabes? No podemos ganarle a la muerte, pero podemos ganarle a la muerte mientras vivimos. Mientras salimos a tomar algo con amigos. Mientras subimos a la terraza, los dos, miramos las estrellas y nos reímos. Mientras me acurruco en tu abrigo, porque hace frío. Mientras entras de noche a mi habitación y yo solo te miro. Mientras luces tu mejor vestido. Así que sí, puedo ganarle a la muerte. Solo mientras esté contigo.

Muy cierto...

Te quise mientras te tuve, mientras estuviste. Contigo fue sexo a primera vista. Amor con miradas infinitas. Contigo equilibraba el dolor y la pasión. En esos momentos donde solo estábamos los dos. Ese éxtasis y las ganas de tocarte. Y tú sabes que te tocaba. De llegar a casa cansado y acostarme contigo. Jugando en la cama a ser Finn y Jake, en "Hora de aventura". Saliendo de noche en tu moto, bien agarrado a tu cintura. "Mataría monstruos por ti" me dijiste. Ojalá hubiese sido cierto. Quien diría que todo esto terminaría muerto. Más no enterrado. Ya que esos momentos están amarrados. Yo siempre volveré a ese entonces. Donde solo estamos los dos. Muriéndonos el uno al otro de puro amor.

Te amo. Se que no lo entiendes, que resulta raro amar a alguien que no conozco, sobre todo si ese alguien eres tú. Se que te sorprenderá leer esto, que tal vez no me respondas, o peor, dejes de hablarme o de mirarme. Pero sabiendo esto solo quería decírtelo. Decir lo que siento cuando te miro, cuando estoy contigo. Cuando vamos a jugar al fútbol con amigos. Cuando a veces, en sueños, siento que estás conmigo. Cuando rozas mi mejilla, me saludas o incluso me abrazas. Te juro que a veces siento que mi corazón estalla. Que imagine besándote más veces de lo que podría contarte. Que mirarte se ha convertido en mi enfermedad crónica favorita. Que escucharte genera mi mejor sonrisa. Que soñarte, en esos sueños donde te saco la camisa. Donde te beso en la espalda, toco cada uno de tus lunares. Donde tú me tocas, sin ninguno de tus modales. Y donde despierto, solo, en mis recovecos. Y sin ninguno de tus recuerdos.

Si tu amor es mentira, sigue mintiendo. Síguelo haciendo. No pares. Por favor. ¿Porque eres así? Si es que yo solo te he dado amor Si es que solo he pensado en nosotros dos. Si es que llevo una tristeza a cuesta de que tu estés mejor. No me lo digas, por favor. No me digas que sin mi estas mejor. No lo hagas, porque destrozaría mi corazón.

No sé qué pasará por tu cabeza al verme sonreír. Solo sé que por la mía hay docenas de pancartas gritando tu nombre, escribiendo versos a tus ojos negros, susurrando sueños, dignos de ti. Que las mariposas de mi estomago están cansadas de ilusiones y hambrientas de realidades contigo. Que te he querido, y te quiero mucho más al verte despegar, subido a estas metas que alientas solo con ese pensamiento que las alimenta tus ganas de vivir. Que te amo más de lo que imaginas, más de lo que puede alcanzar la vista, tu vista, esa que a veces desafía. Que te espero. Solo ven.

Me desperté este mediodía con tu voz en mi cabeza y esa pregunta agobiante en susurro, en ecos, en esas ondas sonoras parecidas a cuerdas de guitarra que solo podían nacer en tus dedos. ¿Eres feliz?, me preguntaba. Y me puse a pensar en aquellos que me hacían sonreír. Casi de manera nostálgica te recordé, recordé aquellas situaciones contigo, tirados en la cama fumando del mismo cigarrillo, pasándonoslo pitada por pitada, sonrisa por sonrisa. Te recordé mirándome con alegría, recordé aquel balcón donde nos besábamos y bebíamos tanto alcohol. Ese lugar donde nos decíamos frases cutres de amor verdadero, donde tus ojos negros brillaban tanto que a veces deslumbraban. Con esos ojos con los que a veces soñaba. Meditando una respuesta a semejante pregunta volví a recordarte, recordar esa mañana de lluvia donde nos encontramos, nos miramos, donde no hacía falta palabras para decirte lo que pensaba. Yo te amaba. Como no ser feliz habiéndote tenido en mi vida, aunque solo fuera

Tu voz. Esa voz fuerte, atrayente. Con la que recitas clamores de nostalgias y alegrías. Clamores de poetas y soñadores que ascendías. Con tu voz sincera. De luces anacarada. Donde pintabas rítmica en prosas incluso abigarradas. Tu voz, de belleza absoluta. De la que todo amante disfruta. La voz que en mi ser hizo eco. Que pintó destellos en aquellos que creen en verdades absolutas. Impolutas. Que los hizo dudar incluso de sus certezas. Con semejante anuencia como son las apariencias. Solo quiero decirte que te escucho con vehemencia. Que tu voz corre como sangre en mis venas. Con paciencia, y esa bella elocuencia.

Eres mi musa. Mi maestra. La persona que con sus prosas y versos han iluminado mis mañanas. Mis madrugadas. Esas cenas con amigos de antaño y el sexo apasionado con amores del pasado. Esos versos que me acompañaron estos años, hacían florecer en mi piel miríadas de pensamientos. Por momentos abigarrados, arraigados a mi ser. Descubrí entre ellos sentimientos, alegrías, he incluso rencores hacia mí, por no entenderte a ti. Pero ahora te entiendo, entiendo esa sed que versos que recorren el pecho, que exhalan sentimientos, he inhalan ese perfume color anacarado que son los sueños. Que hubiese hecho sin ti estos años. Sin tu voz, clara, como fe ante mis certezas. Que sería de mis versos sin ti. Musa entre las musas. Maestra, amigas, compañera de la vida.

No sé porque nos odian tanto, pero no me importa, no importa cuánto hablen mí. Yo siempre estaré enamorado de ti. Como si ellos entendieran el amor, el deseo y las ganas. Me recuerda a mi abriendo la puerta de casa y verte en la ventana. Esperándome. Deseando mi llagada para luego hablar de la semana. Te amo. Tú lo sabes, eso es lo que importa. No sé por qué hablan detrás de mí. Sera porque mi corazón esta enganchado a ti. A tus ojos negros. A tu mirada. No sé por qué, pero era lo que más me enamoraba.

Hoy te he visto en las luces de mi ciudad. En las callejuelas de Boulogne. Recordándome en tu auto dirigiéndonos al norte. Te he visto en los escaparates de las tiendas. En su gente, en sus voces. En los alambrados. Te he visto en mi al mirarme al espejo en la mañana. Y tus ojos negros solo me miraban. Con ese amor que siempre emanaban. Te he visto en mamá que te adoraba. Y en mi hermano que estando solo. Te extraña. No paro de verte en tus lugares. En esa tienda que frecuentabas. En el cigarrillo que fumabas. Y en mí, porque sé que me amabas.